martes, septiembre 30, 2008

Kai busca nuevo piso.

Kai está enorme. Para los dos años y casi 4 meses que tiene, mide dieciséis centímetros de ancho y dieciocho de largo. Y como es hembra, aún va a crecer mucho más; podría llegar a medir 28cm.
Su acuario es de 60 litros y la pobre ya no coge, apenas puede nadar y se pasa los días, además de comiendo, je, je, flotando en el mismo lugar. Por eso estamos ahorrando para comprarle un acuario nuevo. Lo malo es que tampoco tenemos mucho espacio para poder comprarle uno muy grande.


Como ya sabéis, estaba casi segura de que nuestra pequeña era una hembra. Pues el otro día, buscando información al respecto en Internet, he encontrado una página muy interesante que me gustaría compartir con todos vosotros. En ella además de fotos, muy bien explicadas, sobre las diferencias de sexo de las tortugas, también lo comentan de manera que todos lo podemos entender, je, je.

De vacaciones.

Hola, como ya sabéis soy Kai.
Hace mucho tiempo que no escribo mis anécdotas. La verdad es que en verano estuve en plan tranqui, todo el día tomando el sol, nadando y disfrutando de los días soleados.
En agosto me fui de vacaciones a las Rías Baixas, a casa de mis abuelos, mientras mis padres se iban a pasar unos días a Tenerife.
La experiencia fue maravillosa, lo pasé muy bien. El viaje de ida lo hice dentro de una caja de plástico, estilo tapper, que ya hay especial para estos casos. La caja no iba tapada así que mi madre me tocaba continuamente el caparazón, para que no me asustara.
Al llegar a casa de mis abuelos tuve que esperar un rato a que me instalaran el acuario. Como era el mío, que lo habían llevado con todas sus cosas (calentador, filtro, etc) pues la verdad es que no me encontraba extraña.
Allí conocí a nuevos amigos. Al lado de mi acuario había otro con un montón de peces. También se paseaba por allí un gato negro llamado Miki.
En el jardín estaban Pinki, un perrito negro muy lindo, y un pato blanco, llamado Copito. De vez en cuando también se pasaba a darme una visita la perra Laika.
Como veis no estuve sola.
Aunque mis padres habían llevado el dispensador de comida, para que mis abuelos no tuvieran que estar preocupados por darme de comer, ellos lo hicieron igual y también me tocaban la cabecita, ya que saben que eso me encanta.
La vuelta a casa fue muy divertida. No quise volver dentro de la caja trasparente, preferí venir en manos de mamá y observar como íbamos dejando atrás el paisaje: pinos, eucaliptos, vacas, campos, coches, etc...
Al llegar a casa, tuve que esperar otra vez a que me instalaran mi casita, pero valió la pena. Fue ponerme en ella y me quedé dormida de un tirón.